lunes, 10 de enero de 2011

DÍA DE REYES 2011

Por quinto año lanzamos la convocatoria por redes sociales para buscar solidaridad con el trabajo del colectivo. Nuestras actividades sólo son posibles con este tipo de apoyo, buscar formas para que el abanico de posibilidades que tiene un grupo de niños excluidos de cambiar su situación de vida y de elegir lo que quieren hacer en el futuro no es tarea fácil y es una labor que necesita de muchos. Nuestros recursos son muy pocos pero siempre son potenciadas por todos aquellos que salen un rato de sus problemas para ayudar a otros con los suyos. Esto es lo verdaderamente humano. 
La colecta de reyes que comenzó a principios de diciembre nos parecía no tener tanto eco como en año anteriores, para el 5 de enero que envolvimos las cosas los paquetes que armamos eran magros, alcanzaba para todos pero parecía que la situación económica había mermado los bolsillos de los reyes magos que año con año nos apoyan. Aún así y como siempre, mantuvimos los ánimos y arreglamos todo para el día siguiente.
A lo largo de la noche las cosas cambiaron porque nos gusta creer que los milagros y la buena voluntad existen. Los teléfonos comenzaron a sonar con buenas noticias, nos iban a entregar pelotas y algunas cosas más que venían envueltas. También recibimos algunas muñecas que llegaron de sitios lejanos y que, como los reyes magos originales, cruzaron tierras inhóspitas para llegar a las manitas adecuadas. El 6 de enero antes de salir al predio un hombresote llegó a la puerta con bolsas de regalos envueltas. De camino al predio, hermosas mujeres nos encontraron para completar los paquetes con mucho color y rebote. Quien nos acompañó y prestó su vehículo sacó de su manga algunas sorpresas esféricas y el tráfico les regalaba a los niños unos minutos de sueño más.
Como desde hace cinco años, el pasillo entre las casas de lámina estaba casi vacío: algunas madres ocupaban los lavabos comunales y sólo los más pequeños y apegados a ellas daban los primeros trotes del día. De inmediato saludaron y salieron corriendo, tuvieron que regresar porque insistimos que tenían que avisarles a todos. Poco a poco, caritas de sueño y complicidad, sonrisas nerviosas e intenciones de buen comportamiento para que, al menos ese día, los reyes magos vieran que merecían un regalo. Las filas se repitieron y cada uno obtuvo dos paquetes, una pelota y una bolsa de dulces. Algunos corrieron a guardarlos a su casa, las niñas más pequeñas abrieron todo en el pasillo dejando las cajas y el papel tirado porque sus ojos no iban hacia otra dirección que no fuera su juego: muñecas, ollitas, pelotas, peluches...
Los niños seguían rondando afuera, por si acaso apareciera algo más...Negri saltaba la cuerda para deleite de un camarógrafo que pasaba por ahí...Nosotros, recogíamos la basura con  satisfacción porque aunque no nos portamos del todo bien, los Reyes Magos llegaron.